La mayor parte de la población ya es consciente de la importancia de
proteger la piel del impacto solar, tanto en verano como en invierno,
incluso en días nublados. Sin embargo, la necesidad de proteger nuestros
ojos del sol es mucho menos conocida.
A diferencia de la protección solar de la piel de los niños, a la que
se da enorme importancia, la protección ocular y por tanto la
utilización de gafas en ellos es menor. Este error puede tener gran
transcendencia pues, al igual que pasa con la piel, los daños en los
ojos son también acumulativos y el riesgo de sufrir enfermedades
oculares en la vida adulta es mayor si la exposición en la infancia ha
sido alta y sin protección.
El riesgo de la radiación también varía con las condiciones ambientales, por lo que debemos tener en cuenta:
- La altitud: a mayor altitud, menos atmósfera para protegernos y por tanto más radiación.
- La latitud: cuanto más cerca del ecuador mayor peligro. Por otro lado, el agujero en la capa de ozono, especialmente el localizado en torno al Polo Sur, incrementa considerablemente el riesgo en las regiones antárticas a pesar de su distancia del ecuador.
- La estación del año: en el hemisferio norte, junio y julio son los meses más peligrosos. En el sur el riesgo mayor es en diciembre y enero.
- La hora: entre las 12 de la mañana y las 4 de la tarde se concentra el máximo de radiación.
- La nubosidad: las nubes no nos protegen, dejan pasar el 90% de la radiación ultravioleta. Es un error pensar que podemos prescindir de las gafas de sol un día de verano sólo porque está nublado y la luz molesta menos. El efecto dañino, al igual que pasa con la piel, es el mismo o mayor porque al no sentir molestias permanecemos más tiempo bajo el sol.
- El entorno: la radiación se refleja y con ello se incrementa un 20 por ciento en la arena, un 30 por ciento en el agua y un 90 por ciento en la nieve.
Efectos adversos
El tipo de piel no tiene relación directa con el riesgo de efectos dañinos en los ojos. Los daños más importantes son:
- Eritema: una exposición excesiva varía el grosor de las distintas capas de la córnea y produce enrojecimiento de la conjuntiva (ojo rojo).
- Fotoqueratitis y fotoconjuntivitis aguda: consiste en la inflamación de la córnea y de la conjuntiva después de una exposición extrema. Se conoce también como "ceguera de la nieve" o "quemadura de soldador". Es muy dolorosa. Comienza con una sensación de arena en los ojos, fotofobia, visión turbia, lagrimeo y parpadeo excesivo y doloroso. Suele ser reversible.
- Cataratas: el cristalino del ojo se opacifica y si no se opera puede llegar a causar ceguera, de hecho es la causa principal de ceguera en muchas partes del mundo.
Además se producen otros daños: pterigio, cáncer de la conjuntiva,
melanoma de la úvea, retinopatía solar aguda, degeneración macular, etc.
Se considera que la conducta de las personas con respecto al sol es la
causa principal del aumento de las tasas no sólo del cáncer de piel,
también de las cataratas y la degeneración macular. El incremento de las
actividades al aire libre y los nuevos hábitos al tomar el sol producen
una excesiva exposición a la radiación, siendo especialmente
vulnerables los niños.
Si tenemos en cuenta todo lo expuesto, queda clara la conveniencia
del uso de filtros oculares adecuados, especialmente en situaciones de
alta luminosidad o periodos prolongados de exposición al sol. Estos filtros son los que incorporan las lentes de las gafas de sol.
¿Qué es una gafa de sol homologada?
Las gafas de sol deben protegernos de los rayos UVA, UVB y del
espectro visible. Al igual que la piel, el ojo humano tiene una
capacidad natural de protección limitada. La mayor parte de la radiación
ultravioleta es absorbida por la córnea, la esclerótica y la
conjuntiva, pero el resto atraviesa el cristalino y llega a la parte más
interna del ojo, donde ocasiona los mayores daños.
De ahí que las lentes deben cumplir las disposiciones y requisitos de
seguridad definidas por las directivas 89/686/CEE y 93/95/CEE y la
Norma UNE-EN 1836:2006+A1 (mayo 2008) -Protección individual del ojo.
Gafas de sol y filtros de protección contra la radiación solar para uso
general y filtros para la observación directa del sol.
El cumplimiento de esta normativa avala que las gafas estén
homologadas garantizando la protección cien por cien frente a la
radiación UV.
En la propia gafa tiene que quedar reflejada esta homologación a
través del símbolo CE y de un número que indica la categoría del filtro.
Este número refleja la intensidad del color de la lente y el porcentaje
de absorción de la radiación que tiene ésta. En la tabla superior se
detalla esta información.
Aunque una gafa de sol esté homologada no puede considerarse una
protección infalible. Ni son adecuadas para la visión directa del sol
(por ejemplo, durante los eclipses) ni para la exposición a radiaciones
UV producidas por fuentes artificiales.
El color de las lentes no determina la protección de la gafa a la
radiación UV, pero sí debemos tenerlo en cuenta en función del uso que
le demos a la gafa. Los colores más usados son el marrón, el gris, el
verde y el amarillo. El que más puede alterar la percepción de los
colores es el marrón, el más aconsejable para cualquier ambiente es el
gris y el amarillo se aconseja cuando se usa en ambientes oscuros o para
conducir de noche.
Diferencias entre distintos tipos de lentes
Existen varios tipos de lentes para protección solar que podemos usar en diferentes situaciones. Estas lentes son:
- Fotocromáticas: según la intensidad de la luz, estas lentes se aclaran o se oscurecen. Como ventaja poseen la posibilidad de uso como única gafa, tanto en ambiente cerrado como abierto, pero si se requiere protección muy alta no son las más adecuadas.
- Polarizadas: su uso se puede recomendar en situaciones en las que hay arena o nieve y por tanto mucha reflexión de la luz, pues son las que mejor eliminan este reflejo. Serán ideales en los deportes acuáticos y de montaña.
- Lentes de espejo: llevan una capa externa metálica asociada a filtros de alta protección. Son aconsejables en situaciones de mucha luminosidad, pero teniendo en cuenta que pueden alterar la percepción de los colores.
Conclusiones
La variedad de factores que influyen en la elección de una gafa de
sol, como hemos visto es muy grande, luego conocerlos y acudir a un
profesional o a un establecimiento sanitario nos permite tener la máxima
garantía en la protección. Utilizar gafas de sol inadecuadas de bazar o
mercadillo no protegen y además pueden perjudicar seriamente la salud
ocular de adultos y niños.
Las gafas de sol están diseñadas para, sin disminuir la percepción
visual, proteger el ojo de las radiaciones solares así como reducir la
fatiga ocular que se produce por una alta intensidad lumínica.
La radiación UV es acumulativa, de forma que los daños que nos
produzca en la edad adulta (cataratas, degeneración macular, etc.) serán
la suma de todas las radiaciones que hayamos recibido desde niños.
Como usuarios debemos tener claro que para tener seguridad en la
adquisición de unas gafas de sol homologadas, con el tipo de lente y
color adecuados al uso que vayamos a darle, debemos recurrir a
establecimientos de prestigio con profesionales competentes formados en
este tema. Las ópticas o las farmacias son los más indicados.
Si queremos proteger la visión de los niños, con gafas de sol
homologadas, debemos adquirirlas en estos centros, ya que son las únicas
que protegen sus ojos con las garantías sanitarias exigibles para su
salud ocular.
Fuente: El Periódico de la Farmacia
Imágenes: blogs.20minutos.es y gayco.wordpress.com