lunes, 14 de octubre de 2013

Vencer la timidez


Una persona tímida suele sentir inseguridad, impotencia o vergüenza en las situaciones sociales novedosas, en el momento de realizar alguna acción ante otros o de poner de manifiesto habilidades de conversación o comunicación con los demás. Suele conllevar un elevado nerviosismo y miedo a no estar a la altura de las circunstancias, a resultar incompetente o inadecuado y a ser rechazado, criticado o descalificado por los demás.

Este rasgo de la personalidad puede dificultar o incluso bloquear las relaciones personales y sociales.

No siempre supone un problema pues depende del grado y de lo que interfiera en la vida diaria y cómo la persona encare cada situación.

Es conveniente afrontar situaciones, encuentros… de forma lenta y gradual, para salir de “zona de confort” y obtener más seguridad.
Pero la timidez no supone necesariamente un problema, puesto que depende de, entre otras cosas, el grado de la misma, la interferencia en la dinámica diaria y el modo en que la persona resuelve cada situación.

Una elevada timidez puede empobrecer significativamente la vida social, las posibilidades de ocio y de progreso profesional y llevar a la persona que la sufre a elevados sentimientos de frustración, de desánimo o de irritabilidad.

Por este motivo, muchas personas con cierto grado de timidez desean vencerla para sentirse más cómodas y pasarlo mejor cuando se encuentran rodeadas de otras personas.


Consejos prácticos para vencerla

  • Tener en cuenta que mediante el adecuado y progresivo afrontamiento de las situaciones sociales temidas se pueden adquirir paulatinamente habilidades sociales, se acumula experiencia y se genera autoconfianza. 
  • Por el contrario, mediante la evitación o el aplazamiento de estas exposiciones el riesgo es menor pero, a la vez, supone quedarse atascado, no evolucionar o incluso ir elevando la sensación de incapacidad e inadecuación.
  • Realizar un afrontamiento lento y gradual, empezando por fomentar encuentros con personas conocidas y de mayor confianza, para ir pasando poco a poco a encuentros con personas menos conocidas. Con ello, saldremos de nuestra “zona de confort” y obtendremos seguridad sobre nuestras aptitudes.

  • Practicar determinadas conductas como el contacto ocular en las conversaciones con los demás, la sonrisa o el lenguaje corporal que denota seguridad.
  • Atreverse a iniciar conversaciones, a presentarse ante los demás, a hacer cumplidos o realizar preguntas e invitaciones; y todo ello, siendo uno mismo, haciendo y diciendo aquello que encaja con el propio estilo y atreviéndose a mostrarse ante los demás tal y como uno es.
  • Ante determinadas situaciones evitadas o temidas, como una determinada llamada telefónica o una conversación, se debe ensayar con anticipación lo que se va a decir. Es importante hacer un guión y practicarlo leyéndolo en voz alta delante de un espejo o ante alguien de confianza antes de llevarlo a la práctica en la situación real. Asimismo, uno debe visualizarse realizando esa acción exitosamente. Una vez llevados todos estos pasos a la práctica, no hay que preocuparse por el resultado, sino que hay que centrarse en la satisfacción de haberlo realizado sin más. Con la práctica y las diversas experiencias, el resultado suele ir mejorando.
  • Buscar actividades de interés y en las que uno pueda relacionarse con otras personas, dándose tiempo para irlas conociendo y sentirse cómodo paulatinamente.
  • Observar si uno está siendo demasiado autocrítico y, en ese caso, plantearse qué se le diría a un buen amigo en esa misma situación. Seguramente, el nivel de crítica y exigencia se reducirá.
  • Desarrollar determinadas habilidades sociales como la asertividad y aprender a encajar adecuadamente las críticas recibidas.
  • Reafirmarse, centrándose en los éxitos. Es importante enumerar las propias cualidades, quererse y hablar sobre uno mismo con cariño y respeto, evitando recriminaciones e insultos.
  • Aprender a expresar a los demás los propios pensamientos y puntos de vista y a defender las propias necesidades, deseos y emociones.
  • Si uno mismo, por sus propios medios o mediante el soporte de las personas cercanas, no consigue vencer la timidez y ésta imposibilita una dinámica diaria satisfactoria, sería aconsejable buscar la ayuda profesional de un psicólogo.
Fuente: mapfre.com/salud