Es una de las consultas más comunes a los pediatras. El calzado ha de servir para proteger el pie del frío y de los golpes así como de los daños que se pueden producir el caminar por terrenos irregulares. Para favorecer el correcto desarrollo de los pies, basta con dejar que la naturaleza actúe con entera libertad y elegir unos zapatos adecuados.
En los primeros meses, mientras el bebé pasa la mayor parte del tiempo acostado, unos calcetines que abriguen es suficiente; a los lactantes les van muy bien los patucos para protegerles del frío y dejarlos completamente descalzos en primavera y verano. También puede utilizarse en estos meses un zapato guante -como un guante de manos pero para pies- blando y depresible, sin suela ni contrafuerte y de tamaño grande para que no presione ninguna de las estructuras del pie.
Para el niño gateador se recomiendan suelas flexibles, de un grosor aproximado de 3 mm, que protejan la puntera y el talón para evitar lesiones en los dedos y uñas. Cuando el bebé comience a andar, si observamos sus pies veremos que sus dedos se ensanchan en forma de abanico y por lo tanto lo idóneo es proveerle de un calzado con horma más bien ancha para que no le apriete.
Con los primeros pasos, se sugiere que el calzado tenga las siguientes características:
- Contrafuerte (talonera) firme, que evite que el pie se ladee en cualquier sentido y que obligue al talón a mantenerse vertical e impedir el desplazamiento.
- Suela: de grosor aprox. de 4 mm, firme del talón hasta el antepié y flexible después, justo en aquella zona en la que el pie se flexiona al caminar.
- Tacón normal: de una altura aproximada de 6-9 mm. No se recomiendan botas ni suelas rígidas o contrafuertes duros porque disminuyen la sensibilidad del pie y bloquean el movimiento del tobillo y los dedos.
En este periodo de los primeros pasos algunos niños andan de puntillas; este fenómeno se considera una variante de la marcha normal de muchos niños, que luego, en cuestión de unos meses, pasan a la marcha talón-dedos habitual. La edad límite de la normalidad de este fenómeno de andar de puntillas se establece entre los 18 meses - 2 años. De no establecerse la marcha talón-pie puede haber algún problema de tipo muscular o neurológico.
Normas y consejos prácticos para un calzado fisiológico para andar, válidos para niños y extensible a adultos:
- No calzar al niño que todavía no ande.
- Cuanto más sencillos sean los zapatos durante la infancia mejor.
- Que no sea abotinado, para permitir la movilidad del tobillo.
- Las únicas partes que han de ser fuertes en el zapato infantil son las punteras y el contrafuerte.
- El calzado deportivo es bueno pero con las siguientes condiciones: suela gruesa de material transpirable y una higiene y cuidados de los pies.
Fuente: Nutriben