El lupus es una enfermedad autoinmune, crónica, en
la que el sistema inmunitario de la persona afectada, no se sabe por
qué razón, se convierte en hiperactivo y acaba atacando a sus propios
tejidos. Normalmente el sistema inmunológico defiende al cuerpo
frente a una infección o a alteraciones de la célula. En el caso del
lupus, estas defensas se dirigen contra los tejidos del propio cuerpo,
dando lugar a la presentación de la enfermedad crónica.
Es una enfermedad que afecta más a las mujeres que a los hombres, y su curso puede ir desde un episodio leve hasta complicaciones más graves o incluso mortales.
Parece que pueden existir situaciones desencadenantes de la
enfermedad, como infecciones bacterianas o víricas, el estrés, la luz
ultravioleta o, incluso, determinados medicamentos.
2. Síntomas
Pueden variar entre las distintas personas afectadas, con
períodos de remisión más o menos largos o de exacerbaciones. En los
comienzos suele estar afectado sólo un órgano o sistema, pero a medida
que la enfermedad avanza suelen verse implicados otros más. Puede haber erupciones cutáneas, artritis, anemia y, a menudo, afectar a órganos internos como riñón, pulmones o corazón.
La mayoría de las personas con lupus se ven afectadas de
artritis, con problemas en los dedos, las manos, las muñecas y las
rodillas. La erupción en forma de mariposa en las mejillas y la nariz
afecta a casi la mitad de las personas que la padecen. Normalmente ésta
empeora con la exposición al sol.
Otro órgano afectado puede ser el riñón, pudiendo presentarse nefritis renal,
que consiste en una inflamación persistente que puede llevar a
insuficiencia renal. A nivel sanguíneo pueden desarrollarse coágulos que
llegan a afectar hasta a un 85% de los enfermos. A menudo el número de
plaquetas disminuye, lo que puede llevar a sangrado. La anemia suele
estar asimismo presente en algún período de la enfermedad.
Igualmente es frecuente que el corazón presente inflamación, y los pulmones, pleuresía.
3. Diagnóstico y tratamiento
Por tanto, el lupus es una enfermedad que tiene múltiples síntomas con gravedad variable. En los últimos años el pronóstico ha mejorado y muchas personas tienen enfermedad leve.
El diagnóstico lo hará el médico en función de los síntomas y las pruebas de laboratorio.
A veces el diagnóstico exacto puede retrasarse porque la enfermedad presenta síntomas similares a otras enfermedades que pueden dificultar su identificación.
En cuanto al tratamiento, cuando solamente hay una inflamación articular pueden ser suficientes los llamados antiinflamatorios no esteroideos, pero es frecuente que el paciente necesite los corticoesteroides u otros medicamentos inmunosupresores.