miércoles, 22 de enero de 2014

No existen fármacos para el amor

  • Determinados neurotransmisores conforman nuestra experiencia amorosa
  • Una pareja que se enamore hoy tiene sólo un 20,9% de probabilidades de durar 10 años
  • Una resonancia magnética permite distinguir en el cerebro amor maternal y romántico
El experto en Psicología Emocional, Stanley Schachter, afirmó que "el amor es una excitación fisiológica que interpretamos de una determinada manera". Y es que, según ha demostrado la ciencia a lo largo de los años, en el amor existe un componente biológico que hace regir nuestra forma de sentirlo, de demostrarlo y de comportarnos ante él.
Francisco Cabello, médico, psicólogo y director del Instituto Andaluz de Psicología y Sexología, quien recientemente expuso una ponencia sobre este tema en el VII Curso Internacional de Sexualidad y Salud Mental, asegura que efectivamente, en asuntos del corazón, la ciencia tiene un lugar muy destacado. "En el amor intervienen distintos componentes, unos emocionales que no se deciden voluntariamente como la pasión y que tienen fecha de caducidad; y otros aspectos que deben cultivarse, como el compromiso", mantiene.
Hay zonas en nuestro cerebro y determinados neurotransmisores, explica el doctor, que se activan ante ciertos estímulos y de forma dinámica se ponen en marcha una serie de circuitos que conforman la experiencia amorosa. Por ejemplo, la dopamina, el circuito opioide, la zona prefrontal del cerebro y, de forma muy destacada, el núcleo accumbens. Además, "hoy en día sabemos mucho acerca de la neurofisiología del amor. A modo de ejemplo, a través de las imágenes obtenidas por fMRI [neuroimagen obtenida por resonancia magnética funcional] se puede diferenciar entre amor romántico y amor maternal. Por tanto, efectivamente, existe un sustrato biológico del amor", indica.
Pero aún hay más datos. Según el investigador Páez, el factor de crecimiento nervioso (NGF) presenta niveles elevados cuando nos enamoramos de una nueva persona, pero en cambio vuelve a sus niveles previos al cabo de un año. "Para que se secrete la dopamina (neurotransmisor relacionado con el placer) se requiere la novedad", apunta este experto. Y por otro lado, los recién enamorados tienen niveles de serotonina (la hormona relacionada con el bienestar) un 40% más bajos de lo normal, al igual que quienes sufren de trastorno obsesivo compulsivo.
Incluso se puede diferenciar entre amor y deseo. A nivel neurológico por fRMI, explica Cabello, se ha comprobado que los núcleos cerebrales que se activan ante la visión de la persona amada son, con pequeñas diferencias, los mismos que se ponen en marcha tras mirar a una persona deseada. Además, "parece obvio que es difícil enamorarse de alguien a quien no se desea, pero por el contrario, sí se puede desear sin amor". En este aspecto existen varias modalidades, por ejemplo, se puede tener impulso sexual no dirigido a una persona en concreto, es decir, deseo sin objeto y "se puede sentir una fuerte atracción sexual hacia alguien a quien no se le ven valores que permitan activar la pasión amorosa", comenta.
Pero entonces, ¿realmente existen fármacos para el amor? No como tal, afirma el experto, no existen. "La industria farmacéutica no ha inventado nada -probablemente tampoco se lo ha propuesto- que facilite la intimidad, la comunicación en pareja o el nivel de compromiso, pero por otro lado, sí tenemos algunos fármacos que potencian y mejoran la sexualidad disfuncional y, por ende, favorecen el erotismo, lo cual puede ayudar al mantenimiento de la pasión", indica. Y la pasión es uno de los componentes, según la teoría de Stenberg, del amor romántico.
 

Evolución en los tiempos

Según la teoría de Stenberg, en el amor romántico existen tres componentes básicos: la pasión, la intimidad y el compromiso/decisión. Los cimientos de la pasión se asientan en la atracción erótica. La intimidad cuya base es la comunicación, entre otras cosas, sería la sensación de estar a gusto con la pareja y echarla de menos en su ausencia. Finalmente, el compromiso/decisión estaría formado por todas las ideas y comportamientos llevados a cabo para mantener un vínculo con la persona elegida. De entre todos, sólo se elige voluntariamente este último componente.
Pero el concepto de amor que tenemos hoy, explica, no ha variado con respecto antaño, "quizás tan sólo que la pasión ha ganado más protagonismo". Lo que sí ha variado, según este experto, es el conocimiento que disponemos acerca de los distintos componentes, cómo evolucionan y qué repercusiones tienen en la vida de las personas pero, a nivel de calle, se sigue pensando igual.
"En realidad el conocimiento profundo del amor está sirviendo de mucho en el campo de la terapia sexual y de pareja, porque nos permite a los técnicos abordar, con conocimiento de causa, los conflictos que se presentan y que tan frecuentes son hoy día", comenta. Por ejemplo, hay que tener en cuenta que una pareja que se enamore en este momento, sólo tiene un 20,9% de probabilidades de durar más de 10 años, es decir, "la tasa de separación es muy alta y el dolor que conlleva muy elevado". De hecho, informa de que en las consultas psicológicas los conflictos de pareja están presentes en el 70% de los casos como factor predisponente, precipitante o mantenedor del problema.
Y con todo ello, concluye Cabello, realmente "el amor implica pasión, intimidad y compromiso y que la pasión y, en parte, la intimidad, no las elegimos y dependen de muchos factores ajenos a la propia voluntad". Así como que, a pesar de los conocimientos biológicos que manejamos sobre el amor, "no existen fármacos para potenciarlo, pero sí se disponen de algunos medicamentos que facilitan la respuesta sexual e indirectamente la pasión".

Fuente: El Mundo / Salud
Imágenes:  pictures.4ever.eu y stillinlove.fr